EL
PÁJARO DEL ALMA
Hondo,
muy hondo, dentro del cuerpo habita el alma. Nadie la ha visto nunca pero todos
saben que existe.
Y
no solo saben que existe, saben
también lo que hay en su interior.
Dentro
del alma, en su centro, esta, de pie sobre una sola pata, un pájaro: el pájaro
del alma. Él siente todo lo que nosotros sentimos.
Cuando
alguien nos hiere, el pájaro del alma vaga por nuestro cuerpo, por aquí, por
allá, en cualquier dirección, aquejado
de fuertes dolores.
Cuando
alguien nos quiere, el pájaro del alma salta, dando pequeńos y alegres
brincos, yendo y viniendo, adelante y atrás.
Cuando
alguien nos llama por nuestro nombre. El pájaro del alma presta atención a la
voz, para averiguar que clase de llamada es esa.
Cuando
alguien se enoja con nosotros, el pájaro del alma se encierra en sí mismo
silencioso y triste.
Y
cuando alguien nos abraza, el pájaro del alma, que habita hondo, muy hondo,
dentro del cuerpo, crece, crece, hasta que llena casi todo nuestro interior. A
tal punto le hace bien el abrazo.
Hasta
ahora no ha nacido hombre sin alma. Porque el alma se introduce en nosotros
cuando nacemos, y no nos abandona
ni siquiera una vez mientras vivimos.
Como
el aire que el hombre respira desde su nacimiento hasta su muerte.
Seguramente
quieres saber de que esta hecho el pájaro del alma.
ˇAh!
Es muy sencillo: esta hecho de cajones y cajones pero estos cajones
no se pueden abrir así nada
más.
Cada
uno esta cerrado por una llave muy especial.
Y
es el pájaro del alma el único
que puede abrir sus cajones.
żComo?
También esto es muy sencillo: con su otra pata.
El
pájaro del alma esta de pie sobre una sola pata; con la otra -doblada bajo el
vientre a la hora del descanso- gira la llave, moviendo la manija y todo lo que
hay dentro se esparce por el cuerpo.
Y
como todo lo que sentimos tiene su propio cajón, el pájaro del alma tiene muchísimos
cajones: un cajón para la alegría y un
cajón para la tristeza, un cajón para la envidia y un cajón para la
esperanza, un cajón para la decepción y un cajón para la desesperación,
un
cajón para la paciencia y un cajón para la impaciencia.
También
hay un cajón para el odio y otro para el enojo, y otro para los mimos.
Un
cajón para la pereza y un cajón para nuestro vacío, y un cajón para los
secretos más ocultos (este es un cajón que casi nunca abrimos.
Y
hay mas cajones.
También
tu puedes ańadir todos los que quieras.
A
veces el hombre puede elegir y seńalar al pájaro... Que llaves girar y que
cajones abrir.
Y
a veces es el pájaro quien decide.
Por
ejemplo: el hombre quiere callar y ordena al pájaro abrir el cajón del
silencio; pero el pájaro, por su cuenta, abre el cajón de la voz, y el hombre
habla y habla y habla.
Otro
ejemplo: el hombre desea escuchar tranquilamente,
pero el pájaro abre, en cambio, el cajón de la impaciencia: y el hombre
se impacienta. Y sucede que el hombre sin desearlo siente celos; y sucede que
quiere ayudar y es entonces cuando estorba.
Porque
el pájaro del alma no es siempre un pájaro obediente y a veces causa penas...
De
todo esto podemos entender que cada hombre es diferente por el pájaro del alma
que lleva dentro.
Un
pájaro abre cada mańana el cajón de la alegría; la alegría se desparrama
por el cuerpo y el hombre esta dichoso.
Otro
pájaro abre, en cambio, el cajón del enojo; el enojo se derrama y se apodera
de todo su ser. Y mientras el pájaro no cierra el cajón, el hombre continua
enojado.
Un
pájaro que se siente mal, abre cajones desagradables; un pájaro que se siente bien,
elige cajones agradables.
Y
lo que es más importante: hay que escuchar atentamente al pájaro.
Porque
sucede que el pájaro del alma nos llama, y
nosotros no lo oímos.
ˇQue
lastima!
Él
quiere hablarnos de nosotros mismos, quiere platicarnos de los sentimientos que
encierra en sus cajones.
Hay
quien lo escucha a menudo.
Hay
quien rara vez lo escucha.
Y
quien lo escucha solo una vez.
Por
eso es conveniente ya tarde, en la noche, cuando
todo esta en silencio, escuchar al pájaro del alma que habita en nuestro
interior, hondo, muy hondo, dentro
del cuerpo.
Mijal Snunit