EL TRABAJO

 

 

Por doquier se nos desafía a trabajar incansablemente para lograr la excelencia en nuestra vida laboral. No todos estamos destinados a una profesión o a un trabajo especializado; menos aún son los que se elevan a la altura del genio en las artes y en las ciencias; muchos están destinados a ser obreros en las fábricas, los sembrados y las calles. Pero no hay trabajo que no tenga importancia.

Toda tarea que eleve a la humanidad es digna e importante; debería ser asumida con aplicada excelencia.

Si alguien está llamado a ser barrendero, debería barrer como Miguel Ángel pintaba, como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía sus versos.

Debería barrer las calles tan bien que todos los habitantes del cielo y de la tierra se detuvieran a decir: "Aquí vivió un gran barrendero que cumplió bien con su trabajo".

 

Martín Luther King Jr.

 

Cada uno de nosotros, cada cual desde su lugar, importante o humilde, tenemos una importancia capital. Estamos inmersos en un mundo tan complejo que todos necesitamos de los demás para poder avanzar. Somos piezas de un delicado mecanismo que funciona con los movimientos sincronizados de sus diferentes componentes. Hay piezas que aparentan ser más importantes  y otras que suponen una importancia secundaria. Pero... ¿Es realmente así?.

Nadie discutiría que el motor de un auto es mucho más importante que la batería. Pero lo cierto es que el auto no funciona tanto si le falta el uno como la otra. Sin duda que reemplazar un motor es mucho más difícil y costoso que cambiar la batería, pero ambos son igualmente necesarios para que el auto marche. Así como el auto necesita de todas sus piezas, el mundo nos necesita a todos para funcionar.

El director de una empresa es tan importante como el menos especializado de sus obreros. Pero todas éstas son necesidades e importancias impersonales.

Porque la empresa funcionaría con este gerente o el otro; con este obrero o el otro. Son necesarios un gerente y un obrero; muchas veces no importa quienes sean ellos. Entonces, la importancia de cada uno es una importancia relativa.

Pero en el terreno de los afectos, las cosas son diferentes...  por suerte son diferentes. Ahí sí que cada uno tiene una importancia absoluta. Porque un padre, una madre, un hijo, una abuela, una tía... no pueden ser reemplazados por otra persona. En el terreno del amor, no somos simples piezas de un mecanismo. Cada uno de nosotros es un mecanismo completo.

Por suerte, en la lucha cotidiana por la vida, al regresar del trabajo, donde somos uno más, importantes, pero uno más, tenemos el refugio de nuestro hogar, donde se nos colma de amor, de cariño, de atenciones, y somos, y nos hacen sentir, protagonistas irremplazables.

 

Reflexión: Graciela Heger A.