RELATO
DE UN ABOGADO
En
cierta ocasión durante una charla que di ante un grupo de abogados, me hicieron
esta pregunta: "¿Que es lo más importante que ha hecho en su vida?".
La respuesta me vino a la mente en el acto, pero no fue la que di, porque las
circunstancias no eran las apropiadas. En mi calidad de
abogado de la industria del espectáculo, sabia que los asistentes
deseaban escuchar anécdotas sobre
mi trabajo con las celebridades. Pero
Lo
más importante que he hecho en la vida tuvo lugar el 8 de Octubre de
1990. Mi madre cumplía sesenta y cinco años, y
yo había viajado a casa de mis padres en Massachussets, para celebrar con la
familia.
Comencé
el día haciendo deporte con un ex condiscípulo y amigo mío al que no había
visto en mucho tiempo.
Entre
jugada y jugada conversamos acerca de lo que estaba pasando en la vida de cada
cual. Me contó que su esposa y él acababan de
tener un bebe, y que el pequeño los mantenía en vela todas las noches.
Mientras
jugábamos, un coche se acerco haciendo rechinar las llantas y tocando el claxon
con insistencia. Era el padre de mi amigo, que consternado, le dijo que su bebé
había dejado de respirar y lo habían llevado de urgencia al hospital. En un
instante mi amigo subió al auto y se marchó, dejando tras de sí una nube de
polvo. Por un momento me quedé donde estaba, sin acertar a moverme, pero luego
traté de pensar que debía hacer.
¿Seguir
a mi amigo al hospital? Mi presencia allí, me dije, no
iba a servir de nada, pues la criatura seguramente estaría al cuidado de
médicos y enfermeras, y nada de lo que yo hiciera o dijera iba a cambiar
las cosas. ¿Brindarle mi apoyo
moral? Bueno, quizás. Pero tanto
él como su esposa provenían de
familias numerosas y sin duda estarían rodeados de parientes que les ofrecerían
consuelo y el apoyo necesarios pasara lo que pasara. Lo
único que haría seria estorbar. Además,
había planeado dedicar todo mi tiempo
a mi familia, que estaba aguardando mi regreso.
Así,
decidí reunirme con ellos e ir más
tarde a ver a mi amigo.
Al
poner en marcha el auto que había rentado, me percaté que mi amigo había
dejado su camioneta, con las llaves puestas, estacionada junto a las canchas. Me
vi entonces ante otro dilema: no podía dejar así el vehículo, pero si lo
cerraba y me llevaba las llaves, ¿qué iba a hacer con ellas?. Podía pasar a
su casa a dejarlas, pero como no tenía a la mano ni un papel para escribirle
una nota, no podría avisarle lo que había hecho. Decidí pues ir al hospital y
entregarle las llaves. Cuando llegué, me indicaron en que sala estaban mi amigo
y su esposa, como supuse, el
recinto estaba lleno de familiares que trataban de consolarlos.
Entré
sin hacer ruido y me quede junto a la puerta, tratando de decidir que
hacer. No tardó en presentarse un médico, que se acercó a la pareja y, en voz
baja les comunicó que su bebé había fallecido, víctima del síndrome
conocido como muerte en la cuna. Durante lo que pareció una eternidad,
estuvieron abrazados, llorando, mientras todos los demás los rodeamos en medio
del silencio y el dolor.
Cuando
se recuperaron un poco, el médico les preguntó si deseaban estar unos momentos
con su hijo. Mi amigo y su esposa se pusieron de pie caminaron resignadamente
hacia la puerta. Al verme allí, en un rincón, la madre se acercó, me abrazó
y comenzó a llorar.
También
mi amigo se refugio en mis brazos. "Gracias por estar aquí " me
dijo. Durante el resto de la mañana permanecí sentado en la sala de urgencias
del hospital, viendo a mi amigo y a su esposa sostener en brazos a su bebé y
despedirse de él.
Eso
es lo más importante que he hecho en mi vida. Aquella experiencia me dejó tres
enseñanzas:
PRIMERA:
Lo más importante que he hecho en la vida ocurrió cuando no había
absolutamente nada que yo pudiera hacer. Nada de lo que aprendí en la
universidad, ni en los seis años que llevaba ejerciendo mi profesión,
me sirvió en tales circunstancias.
A dos personas a las que yo estimaba les sobrevino
una desgracia, y yo era impotente para remediarla. Lo único que pude hacer fue
acompañarlos y esperar el desenlace, pero
estar allí en esos momentos en que alguien me necesitaba era lo principal.
SEGUNDA:
Estoy convencido que lo más importante que he hecho en mi vida estuvo a punto
de NO ocurrir debido a las cosas que aprendí en la universidad y en mi vida
profesional. En la escuela de Derecho me enseñaron a tomar los datos,
analizarlos y organizarlos y después evaluar esa información sin
apasionamientos. Esa habilidad es vital en los abogados. Cuando la gente acude a
nosotros en busca de ayuda, suele estar angustiada y necesita que su abogado
piense con lógica, pero al aprender a pensar, casi me olvide de SENTIR. Hoy, no
tengo duda alguna que debí haber subido al coche sin titubear y seguir a mi
amigo al hospital.
TERCERA:
Aprendí que la vida puede cambiar en un instante.
Anónimo
Intelectualmente,
todos sabemos esto, pero creemos que las desdichas les pasan a otros. Así pues,
hacemos planes y concebimos nuestro futuro como algo tan real que pareciera que
ya ocurrió, pero al ubicarnos en el
mañana dejamos de advertir todos los presentes que pasan junto a
nosotros, y olvidamos que perder
el empleo, sufrir una enfermedad grave, toparse con un conductor ebrio y miles
de cosas más pueden alterar ese futuro en un abrir y cerrar de ojos.
En
ocasiones a uno le hace falta vivir una tragedia para volver a poner las cosas
en perspectiva. Desde aquel día
busque un equilibrio entre el trabajo y la vida; aprendí que ningún empleo,
por gratificante que sea, compensa perderse unas vacaciones, romper con la
pareja o pasar un día festivo lejos de la familia. Y aprendí que lo más
importante en la vida no es ganar dinero, ni ascender en la escala social,
ni recibir honores. Lo más
importante en la vida es el tiempo que dedicamos a cultivar una amistad...
Reflexión: Graciela Heger A.